Los Alerces, Parque Nacional en Chubut, un paraíso en medio de la precordillera en un compendio de lagos, flora y fauna únicos y a disposición de quien se disponga a visitarlo, y hacia allí enfilamos, era nuestra primera etapa; lagos Futalaufquen, Menéndez, Verde, Rivadavia, Cisne y Kruger más otros más pequeños.- Allí arribamos y acampamos a metros de un arroyo con la inocencia propia de primerizos y sin nivelar el terreno convenientemente; y la primera y segunda noche una torrencial lluvia nos inundó las carpas, encima alguna bolsa de dormir confeccionada con tela no suficientemente impermeable ocasionó los inconvenientes imaginables.- Extrañar la casa propia era natural apenas salimos de ella, ahora con problemas era lamento y decepción, estábamos en el baile y debíamos bailar, "sarna con gusto....".- Hacía frío ahora e allí, había sido un típico enero porteño y el frío dolía cada noche cuando bajaba el sol y ni hablar con lluvia. También el aburrimiento, experiencia imposible de evitar con un ritmo de vida desusado.- Se comía bien, polenta o arroz o fideos con mejillones o caballa o paté de lata; algunas galleta de agua y agua del arroyo, fresca y pura, pero agua y nada más.-
De día el grupo a caminar; era todo deslumbramiento, arroyos, cascadas, lagos, el pequeño puerto llamado Limonao, los frutos de la zona convertidos en mermeladas y alguna excursión por los lagos con algo de fondos al inicio de la experiencia toda.- La visita a la oficina donde se administra el parque nacional a efectos de conseguir información y registrarnos; el frente del sitio ilustra éstas líneas con la imagen de Mario de riguroso atuendo invernal.-
Algunos días en el Futalaufquen y el levantamiento del campamento de dos carpas y 6 mochileros rumbo al lago Verde; un par de días allí a la vera del lago y se oye hablar de otro lago, cercano, llamado Rivadavia, con una sola pobladora entonces y sólo accesible por una picada de 8 kilómetros y con el inconveniente de un arroyo/río particularmente caudaloso, el Colihue.-
Mientras tanto aparecían algunos personajes de la fauna mochileril recorriendo caminos y picadas, escalando alturas y viviendo esencialmente.- Surgió un tal Willy, un alemanote argentino ducho en la montaña que dormía sus noches con la espalda descubierta y al sereno en noches de frío y humedad intensos.-
Cuadraba ya animarse al lago Rivadavia, entonces sin acceso por camino alguno, sólo a través de una picada con frondosa vegetación y cursos de agua.- Picada laboriosa y el Colihue tan mentado; sólo un arroyo de unos 10 metros de ancho aunque en esa mañana con un caudal inusitado de agua que llegaba a algo más de la cintura, y lo más notable, correntoso como no imaginábamos.- El cruce fue precavido, con una soga atada de orilla a orilla y tomando de ella cargando pertenencias: mochilas, carpas y demás elementos.- Con los borceguíes alejados del agua y Mario que resbala sobre el lecho de piedras de flora acuática y cae al curso; la mochila y el calzado que son arrastrados por la corriente indómita; un par de los excursionistas adelantan camino por el borde del arroyo y logran interceptar mochila y borceguíes; quedaba secarlos y agradecer que no haya sido peor el corolario de éste primer inconveniente serio.-
Llegamos al Rivadavia, lago inmenso y sin población en sus orillas; aparentemente sólo una pobladora con algunos animales que correteaban libres por los alrededores.- Muy solitaria la señora a la que no logro verse siendo que tratose de encontrarla para ver alguien tal vez muy solitaria, fue imposible dar con ella.-Muy cercano al límite con Chile se escuchaban radios de aquel país con claridad y nitidez; la Spica celeste cumplió su misión acabadamente.-Soledad absoluta, sólo un bote con alguna persona relacionada con la pobladora ( no tan sola la esquiva pobladora) oteando los movimientos con poco disimulado estilo.- Dos días y no se justificaba más la presencia allí; sólo una bacanal una noche a partir de la pesca de 6 robustas truchas en el lago y posterior paso por la parrilla hasta aqui virgen de uso; , manjar de dioses en pleno paraíso silvestre.- Eran 6, y 6 las truchas.- No fue el último menú gratificante; el mediodía siguiente unos pollitos silvestres a la parrilla completaron dos jornadas de grata suspensión de aquellas comidas de olla tan sustanciosas y aburridas con arroz, o fideos o polenta, más alguna caballa aceitosa o mejillones tristes de latita.-
La vuelta a lago Verde (el reflejo de la foresta circundante le da ese color al lago), la cima del monte El Petizo esperaba inmutable, fueron cinco a su encuentro, menos Mario, el resto vivió la experiencia del escalamiento del renombrado cerro lugareño.-
El lago Cisne, una joyita, pequeño, en altura, un rincón del paraíso de Los Alerces.- Vuelta a Esquel para partir a Bariloche.- Partiría el viejo Isotta-Fraschini por la mañana, llegamdo a la ciudad por la noche; ocupábase el tiempo en recorrer parte de una ciudad muy incipiente por aquellos años 60, muy pequeña aunque llegaron a un salon danzante; sirvió para distraerse un poco, escuchar música, y conocer cara a cara a los jóvenes de aquel rincón de la patria.-
Por la mañana, sin dormir, sólo aguantando la salida del día tomarían el vetusto bondi Isotta-Fraschini made in Italia que supo en la segunda guerra transportar soldados italianos al frente y servir en algunas líneas de colectivos en Buenos Aires hacia inicios de los años 50.- Los famosos Isotta "caja de zapatos" sirvieron durante años desde su llegada al país en las líneas 402, 403, 404, 405 y 407 entre otras, hoy se aprestaba a desandar el ripio hasta Bariloche, pasando por El Maitén y El Bolsón, ya entonces muy famosa sobre todo la segunda localidad por ser destino de juventud cercana al hippismo vernáculo.- mc
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