Foto de archivo mas o menos actual del muro original (según recuerdo), tras el cual estuvo el amplio patio de recreos en los años 50 y 60.-
Recreo: espacio universal en la actividad escolar del que no reniega sistema educativo alguno, según imagino, nunca se sabe...
Detrás de ese muro existió (digo existió porque la mitad de la superficie de entonces sirvió para asiento del colegio remozado en la mole edilicia sobre la esquina de las dos avenidas) el patio de recreos que utilizábamos diariamente ante la atenta mirada de las maestras,quienes se sentaban en unos muritos que circundaban unos pocos arbolitos según recuerdo vagamente; también que llegaba hasta avenida La Plata el patio en si, recostados sobre esa avenida los baños siempre húmedos y de sonoros goteos sus canillas y cisternas.-
El patio era de unos bloques cuadrados y calcáreos en tono rojizo, y de áspera textura impresa en nuestras piernas en épocas de perpetuos pantalones cortos; caerse corriendo una pelota era un suplicio renovado con sólo recordar esos momentos.-Había,como no,un par de arcos de fútbol de caño redondo, no muy gruesos y la cancha de basquet en un recodo del espacio y lindando con la iglesia.-
Se llegaba por ancho acceso que daba al Patio de Honor y las aulas; había un acceso a la nave principal de la iglesia, otro que conectaba con el "Octogono" y con escaleras que conducían a las aulas de primero y segundo pisos; y una escueta puerta, muy vulgar y entrañable en su humilde porte de madera que daba al comedor de los alumnos que almorzaban en el colegio; esa puerta se abría cuando poblábamos masivamente el patio de recreo, asomando tímidamente sobre una hoja solamente abierta de las dos de la puerta una mesita con sandwiches de pan de viena y salame...para que¡¡¡ llegando a eso de las once era una tentación irrefrenable el manducarse uno de esos memorables sandwiches,había algunas galletitas...pero los viena de salame eran una diaria recaída.- Atendía un hermano y algún otro ayudante del sitio, de donde, sin prevención e impudicia provenían aromas imaginables en una cocina presta a alimentar a decenas de comensales: aires soperos, de estofados y otras delicias del estilo que marcaban la hora en nuestro olfato de madrugadores niños en tren de volver a casa a manducar nuestros almuerzos diarios.- Había otra puerta, bajita y subsistente sobre Directorio, candidata imposible a su apertura.- Y otro detalle nada menor.-
Se escuchaban los sonidos de la calle, era como un estímulo vital e indescifrable entonces; la pelota se iba 2 x 3 para la calle, alguien ( nunca yo) se trepaba y abrazado al alambrado pedía la pelota que algún solidario transeúnte devolvía ante la felicidad de los "jugadores"; había una diferencia notable entre el piso de patio y el nivel de la vereda en el exterior que se manifestaba en que algunas pelotas al devolverlas desde la calle no alcanzaban a trasponer el alto del alambre perimetral...como??..quien las patea??.."no puede ser que no tengan la polenta para que llegue la pelota aqui..¡¡¡¡"... comprobamos luego de un tiempo de incertidumbre y duda que el patio del cole estaba elevado en su nivel respecto al de la calle en dos metros aproximadamente.."con razón no llegan a pasar la pelota ¡¡"; esa diferencia subsiste y está marcada en la imagen en que la moldura que observamos, distante 2 metros aproximadamente del nivel cero de la vereda, marca el piso o nivel cero del patio al interior del patio motivo del vívido recuerdo de aquellos sandwiches de "viena y salame" que perduraron a través de décadas.- "Los de viena y salame en el recreo son uno de mis mejores recuerdos del Calasanz".- mc
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