Año 1962 en Buenos Aires y el primer año nacional en el Instituto Nueva Pompeya de la calle Fournier, entre Esquiú y Lord Ponsomby (hoy pasaje Lebenhson), barrio Pompeya, donde sino.-
Primer año vespertino (colegio nuevo de sólo algunas aulas y sin terminar aún) luego iríamos de 2do. a 5to. por la mañana.-
Las tardes con siete horas de 50 minutos hacían finalizar la jornada de noche en invierno.- También íbamos los sábados, cuatro horas de 50 minutos por la mañana y mucho futbol en los recreos.- Pero el tema es otro.-
Volviendo a casa por las tardes con mis 13 años lo hacía con un compañero y vecino, Tonino Mónaco, de mi edad, solo que xeneize y encarábamos casi siempre la vuelta a casa a pie, invirtiendo los $3.50 (boleto del 402 o el 404, antecesores de los posteriores y actuales 42 y 44) de entonces que si pagábamos para llegar a horario a las 13 hs.- La vuelta era otra cosa, invertíamos los 3,50 del ahorro al volver caminando mas 3 pesos que nos sobraba porque la "cuota" para el viaje que recibíamos era de 10 pesos diarios de nuestros respectivos padres.- Eran $ 6.50 invertidos en caramelos masticables de menta de no recuerdo cual marca y encarábamos hacia las vías del hoy Belgrano Sur.- Volvíamos a pie pero con nuestra inconciencia por las vías en elevación del trencito de Pompeya vía Soldati-Lugano y su ruta.- El actual Belgrano Sur.-
La carga dulce y diaria del quiosco de Esquiú y Tilcara, también puesto de diarios y los ojos del vendedor (familia de años en el lugar luego) entusiasmados con tan fieles y "billetudos, o monetudos" clientes diarios.- Y allá íbamos con nuestros 13 años y la inconciencia imaginable a la aventura no por diaria menos aventura.-
Entrábamos a los talleres y playas sobre avenida Sáenz y por Perito Moreno, nos encaminábamos a las vías angostas del Belgrano (tecnología francesa de sus iniciales empresarios) de trocha angosta.- Y enfilábamos hacia los puentes primero de la calle Tilcara, luego Centenera, donde bajábamos del terraplén que había hecho famoso Homero Manzi hacia 20 años o menos.- Caminábamos sobre durmientes engrasados e íbamos comiendo nuestros caramelos de menta arrojando los papelitos sobre el piso, tantos y tantos días que aparecía el camino de acero luego "regado de papelitos verdes con sabor a menta" que nos acompañaban cada irresponsable jornada sobre el férreo recorrido; mientras saludábamos a los compañeros que viviendo en Tapiales, Marinos del Fournier o Bonzi, viajaban a sus casas de regreso...y esos dos locos lindos en las vías saludándolos.- Una terrible irresponsabilidad que tuvo su día de anticipada alerta y casi abandono de la diaria aventura.-
Atravesábamos el puente metálico de Tilcara siguiendo la huella de los rieles...una vez me sorprende el tren avanzando por una de sus manos, yo atravesando el puente sobre la otra mano.- Fue una cara o cruz, un blanco o negro.- El tren raudo sobre una mano, yo en la otra; un ruido ensordecedor y el puente que parecía una coctelera.-El susto más ejemplificador por aquellos años, y cambió la rutina, al llegar a Tilcara bajábamos a la calle y luego subíamos otra vez al terraplén hasta Centenera; terminado el primer año, pasamos a ir al colegio por las mañanas, debíamos volver al encuentro con la comida diaria en casa a hora, pasado el mediodía, chau caminata, chau ferrocarril.-
En esas correrías de treceañeros otras veces recorríamos las playas y talleres aledaños a la empresa Alba y Centenera de envases de hojalata.- Había también allí alguna ganancia en términos de ir conociendo mundo y emociones.-
El tren de pasajeros circulaba sobre el terraplén como hoy mismo, desde estación Sáenz hacia Villa Soldati, las formaciones de cargas lo hacían a nivel, sin subir al terraplén, atravesando las avenidas Tilcara, Centenera y P. Moreno, formaciones de 40 vagones y a paso de hombre.- La gran tentación.-
Llevaban éstas formaciones un "furgón de cola" con un guarda ferroviario con una farola a querosen, bueno, lo imaginable, le pedíamos permiso o algo así , nos subíamos al furgón y viajábamos felices atravesando Tilcara, Centenera y Perito Moreno, donde saltábamos, agradeciamos y enfilábamos por Centenera hacia nuestras casas.- Este convoy de carga luego compartía las vías a nivel llegando al cruce con Varela y rumbo a la cercana estación Soldati.- El convoy de cargas con nosotros floreándonos en los estribos del furgón de cola atravesaba entre Tilcara y Centenera el interior de la fábrica Alba.- Hoy, hace tiempo, un portón y las vías tapadas hablan del final definitivo de todo aquello.- Demás agregar el fin de Alba y Centenera envases, desde hace décadas en venta y componiendo un paisaje sombrío y tétrico.-
Aquellos papelitos serpenteando el camino son materialmente historia, aquí los reviví ( a los papelitos) como a esas audaces incursiones ferroviarias en nuestros 13 años y hace tanto ya.- A Tonino no lo ví más, sé es médico obstetra, y punto, no supe mas de él ni de su vida.-
Nota: reitero, aquel paisaje se ha modificado totalmente; no están mas Alba ni Centenera de envases; el tren de pasajeros corre sobre el terraplén, no así el de cargas a nivel; fueron tapadas sus vías a la altura de las avenidas que atravesaba y mencioné.- Los talleres y playa ferroviaria están y son inaccesibles y parcialmente ocupadas las playas con viviendas irregulares.- Otro tiempo y otra gente, otro país, insalvablemente.-mc
No hay comentarios:
Publicar un comentario