Vemos la inauguración del Hospital Bosch en 1956, un par de agentes, algunas personas, dos vehículos y la ausencia de la espectacularidad si el suceso fuera contemporáneo.- El adoquinado de Pedro Goyena entre JM Moreno y Beauchef, las vías en pleno uso por los mastodónicos tranvías que surcaban entonces la ciudad hoy simplificado su nombre con el burocrático e insulso Caba.-
El Bosch era uno de los hospitales públicos dependientes de la municipalidad, pequeño aunque bien ubicado,tornose en los años 60 en el actual Hospital del Quemado, ampliamente conocido el solar de dicha manera desde añares.- Pero en su momento fue "el Bosch", clínica general e internación, como cualquier hospital.-
Por 1959 y subsiguientes fue blanco de nuestro arrojo investigativo.- Entonces estos institutos no tenían la vigilancia actual (todo era más simple), eso permitía entrar y salir libremente sin motivo o causa asumida; lo recorríamos con Manuel Arías celosamente.- Ningún impedimento nunca obstruyó nuestro peregrino vagar por las salas de internados, los consultorios y dependencias del nosocomio.- Era toda una experiencia de vida observar personas internadas en difíciles condiciones de involuntaria estadía en el Bosch; oir sus diálogos, las indicaciones de los profesionales,en fin, chusmear en un mundo y ambiente ajeno a nosotros por aquellos años pero real y doliente sin dudar.-
Ver el accionar de enfermeras, médicos, ambulancias que iban y venían agregando dolor al reservorio de penas que es siempre un hospital.-
Curiosear la cocina y su actividad, la guardia y las sorpresas mas bien ingratas que les dan razón de ser.-
La vuelta a casa (tampoco eran muy frecuentes estos raids...) y la reflexión (o no) que sugiere lo visto.-
Pedro Goyena como se ve en la imagen y es aún hoy, una ancha avenida con alta y frondosa arboleda; por aquellos tiempos la iluminación era a través de lamparas comunes de 100 watts que eran encendidas manualmente cada día por las tardes y apagadas por la mañana por un empleado (solían hacer el recorrido en bicicleta) y en invierno, el temprano atardecer sumía a la avenida en una auténtica boca de lobo, por allí merodeábamos sin riesgo y los ojos bien abiertos volviendo a casa cada día.- En esa hora tan especial y en época invernal ver los colmados tranvías devolviendo a sus habitantes a los barrios era un paisaje de imborrable remembranza por estas horas; era el mundo de los mayores,el mundo al que accederíamos en algún tiempo nada lejano y que nos exhibía su muestra diaria de rutina y resignación.-Tampoco es la vida un parque de diversiones sin horario de cierre, es una y otra cosa.- Rutina y novedad, regularidad y sorpresa.- Muy pronto lo experimentaríamos.-mc
No hay comentarios:
Publicar un comentario