domingo, 23 de octubre de 2016

MI MAESTRA, LA SRTA. MARTA, DE 4TO (1959) Y UNA BONDAD INOLVIDABLE...


                   Quien más quien menos portamos recuerdos gratos y de los otros de nuestra época escolar.- Marta Fulco se lleva en mis recuerdos los mejores gestos  que pude haber percibido entonces, y confirmados más adelante al revisar aquellos años si no de inconciencia, si de natural  indolencia de niño aunque exculpable.- 
    Vivía  Marta en la calle Beauchef casi Zuviría, en P. Chacabuco, el colegio era en Caballito (San José de Calasanz), distante 400 metros de su casa.- Fue la docente en 1959 de nuestro 4to, grado (el 5to.de hoy).-
       Faltó 4 meses por enfermedad siendo reemplazada por su colega Aurora León, una chica delgadita, muy joven e inexperta que era desbordada de contínuo por el levantisco alumnado de entonces, y puesta en jaque por su nombre, Aurora, al coincidir con un personaje de historieta (la vaca Aurora) de entonces con ese nombre.. cutis blanquecino y muy irritable su carácter, como para no entenderla..... volvió al fin Marta...
    Volvió y vuelve hoy al ver su imagen, la veo linda y muy joven a aquella segunda madre que en realidad tuvimos algo menos de  6 meses como maestra.- Aunque era el nuestro, entonces, colegio de doble jornada, ya que volvíamos a casa a almorzar y vuelta al cole, encima colegio de curas y época sin huelgas o dilaciones tan comunes hoy, todo ello contribuía a una importante presencia del colegio en nuestras  incipientes vidas de niños que a veces, recuerdo, oprimente de algún modo.-
        Dulce con todos , recuerdo a Marta en dos gestos distintivos; volvía yo a casa por Directorio caminando hasta José M. Moreno para tomar el colectivo 25 ó el 402 ó el 135; me acompañaba hasta aqui José María Arias (nacido en España), que seguía hasta su casa en Directorio y Emilio Mitre.. Y aqui interviene la señorita Marta.- 
       Ella volvía caminando a su casa aunque sin establecer rutina con nosotros siendo que coincidíamos en parte del recorrido; si en varias oportunidades nos invitó a "tomar la leche" a su casa; con ella su madre y las consabidas facturas que previsoramente, entiendo, comprarían al invitarnos.- Eran gestos desusados por entonces; èramos cursos de 40 o más alumnos, la mayoría vivíamos lejos, en el centro algunos, adonde enfilaban tomando el tranvía en Pedro Goyena, o el 126 que circulaba por Directorio, con sus Chevrolet sapo color plateado y ex corporación rotulados luego como TBA, uno de cuyos choferes era el padre de un compañero, el buenazo de  Almeida que vivía en Maza y Rivadavia.- O sea, éramos casi en su totalidad vecinos que vivíamos lejos del colegio.- Analizando esa excepción hallé una común situación con Ärias  el otro invitado a la merienda, la razón o móvil, ambos habíamos perdido a un de nuestros progenitores .-                     
                       Árias habia perdido a su madre, yo a mi padre, y tempranamente en la vida como es fácil inferir al ser ambos por aquellos años pibitos de sólo 10 años de edad, éramos los dos únicos en situación parecida.-, Árias con.su padre, hermana y tía, yo con madre y hermano mayor, situaciones parecidas; creo que eso influyó en Marta para tal  gesto único con esos dos alumnos.- Generalmente esos detalles lo sabrían los maestros de entonces, o por lo menos calculo, y la movería, presumo, en el caso de Marta a actuar de la manera citada.-
     Hay otro gesto de Marta.-
      Al final del año el sistema de méritos del colegio establecía el otorgamiento de una medalla a aquellos alumnos destacados en la cursada; nunca tuve ese halago hasta que Marta fue mi maestra.-
         Por lo visto Marta me tendría  motivado, concluyo hoy, con una predisposición positiva que sumaba su  su simpatía hacia mi  y su  protección de algún modo; y ese año1959, llegando a la fiesta de fin de curso y entrega de medallas, parece que no estaba previsto una de ellas para mi aunque esperaba ese reconocimiento por lo visto; al ver que no entraba en el reparto parece (si, en realidad) que lloré (tenía 10 años de edad) Marta presurosa la recuerdo, va a algún sitio (me parece verla de espaldas, presurosa) y regresa con una medalla, la única que recibí por aquellos años y que aún conservo con felicidad y agradecimiento, mas que nada por quien me la concedió que por su significación en aquel momento.-Marta Fulco, mi maestra de cuarto grado; cuanto te quise y te recuerdo, no me alcanzará la existencia para olvidarte ni tampoco pretendo.-mc

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