sábado, 21 de marzo de 2020

AQUELLAS VECINAS DE LA CALLE ZAÑARTÚ AL 1100.-

                                  Es muy posible que haya sido un camioncito como el que vemos de transporte de kerosene a granel; las nuevas generaciones viven otra civilización respecto a la no muy lejana de décadas pasadas.- Hoy el kerosene es un difuso, lejano e incómodo carburante de casi nula utilización por lo menos, en la vida diaria de millones en las grandes ciudades; no se percibe, no escasea, "no existe", esa frase descalificante y tan poco feliz de utilización tan común en nuestro tiempo.- Pero, en algún momento no lejano fue un producto clave y de primera necesidad.-
                       En Buenos Aires no existía gas de red, se usaba todavía leña o carbón en hogares e industrias como fuente de calor; los hogares  utilizaban el kerosene  en los llamados calentadores tipo Primus y en estufas para los crudos inviernos de entonces.-También el llamado alcohol de quemar, un líquido viscoso de color azulado.- La heladera eléctrica era un lujo nunca visto en barrio porteños, teníamos algunos en casa lo que hoy sería una simple conservadora y llegaba el "hielero" con su barra que era milimétricamente seccionada para aprovecharla mejor.-
                      En el barrio y seguramente en toda la ciudad se vivió por finales de los años 50 una severa escasez del vital fluído; ante ésta carencia entre otras en un mundo escaso de confort y solvencia, otro mundo respecto al actual por lo menos en los elementos disponibles para afrontar la existencia, en tal situación recuerdo nítidamente sobre la calle Zañartú entre Centenera y Picheuta, mano par, a una viejecitas (digo hoy, quizás eran mujeres de no mas de 50 años, pero la percepción de las edades era por imperio personal (un niño) y social, muy distinta a la actual) que estoicamente esperaron la llegada del cisterna con kerosene durante dos días aproximadamente (con sus noches y en invierno), cuidando latas, damajuanas y botellas con los respectivos nombres de sus dueños (vecinos del barrio) esperando la carga a repartir; desde ya abonando la carga, no sé si por adelantado, pero si encontrando un alivio a la carencia del fluído, situación que de distinta forma se reiteraba en épocas invernales.-
                        Era un gesto casi natural en aquella sociedad que con el tiempo, creo, su evocación se potencia al cambiar tanto circunstancias y conductas.-
                           Un hecho simple, casi natural que adquiere hoy inigualado valor; no fue exclusivamente con el kerosene en invierno; recuerdo la misma imagen y el mismo lugar, no sé si las mismas personas, si por aquellos mismos años de fines de los 50, pero con el aceite comestible, otro producto de primera necesidad hoy y siempre pero escaso también por aquellos años.- En aquella sociedad el "vino común de mesa" era un producto esencial, para el "vino con soda" todo un rito diario; también escaseó y llegó un cisterna a la cuadra y llevó el mismo tratamiento en la calle Zañartú al 1100.-
                           De pequeños hechos también está conformada la historia y la memoria de un barrio.....no fueron hechos excepcionales, tampoco inusuales, quien esto escribe describe sólo el que tuvo a mano, aquel que atesora en la memoria individual, seguramente no fue en el único sitio en  que se daban  contemporáneamente sucesos so¡imilares.-
                          Un barrio, su gente, sin necesidad de hechos grandilocuentes ni fabulosos, también hace historia y contribuye con pequeños actos imprescindibles y ejemplificantes que merecen ser recordados a cada instante.-mc

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