lunes, 1 de enero de 2024

SOCIO-OJÍMETRO: "EL AMOR ESCONDIDO EN UN PORTÓN".- NOTA NUEVE.-


                                Homero Manzi, santiagueño, vecino de Boedo, pintó como casi nadie una época y una gente, al porteño de los años 20 a 40, al porteño de barrio, al de Pompeya y alrededores, sus vidas y su entorno aparecen en sus letras de tango, simples, profundas, desprovistas de oropeles lingüístico pero tiernamente ricas y conmovedoras.- 

                    "El amor escondido en un portón"....(apostrofaba en uno de sus tango Homero Manzi), en uno de  los innumerables portones de los corralones existentes por aquellos años en Buenos Aires y por donde transitara el poeta.- Y no sólo portones como biombos que protegían al amor, también zaguanes, piecitas en los fondos de las casas de inquilinato y el parque, el dichoso parque.- El Chacabuco siempre albergó a esos visitantes proclives a los atardeceres, platicantes de amores furtivos en los senderos del rosedal, los buscadores de sombras y soledades.- Dejamos para otra vez el mundo perpendicular de los zaguanes y el de las piecitas cómplices en inquilinatos y casitas en general.-

                   Las parejitas adolescentes colmaban algunos atardeceres con sus ímpetus maduros de novedades que acudían solas, como los años, sin pedir permiso, dándose.-

                  Y no sólo adolescentes, jóvenes y aún más, hasta abuelos, no para la enumeración.-

                   Hoy  la inseguridad  restringió todo aquello.- La necesidad de dotar al parque de un ámbito de seguro deambular por sus senderos, permitió iluminar "a giorno" al penumbroso Chacabuco.-

                   Y allí, en las sombras de las que hablábamos se darían escenas sólo imaginadas en fantástica inspiración.- Inenarrables, por varios motivos, esas sombras propendían a la intimidad más desinhibida que podamos suponer y aún más.-

                   Ya más cercano en el tiempo hubo una etapa que transformó al parque en una sucursal de Villa  Cariño.- Una entrada vehicular sobre Asamblea, como imaginable  continuación de la calle Hortiguera, penetraba perpendicularmente en el parque en empinada y tortuosa senda vehicular hasta casi 300 metros de la acera, con sus cruces incluídos, era una nada envidiable villacariñense invitación al amor o algo parecido, al amor furtivo y aún más, al amor clandestino.- Funcionaba también de día, cuando "era otro el público".-

                  Caían al lugar autos con parejas, con dos parejas, y alguna variedad indescifrable.- Algún emprendedor vendiendo café habrá visto el negocio y obrado en consecuencia.- Todo cambió con el cierre de ese "pasadizo" a la fantasía, la charla íntima y el placer imaginable.- Ese "callejón" tendrá mil historias encriptadas celosamente en señores y señoras.-

                No faltaban los fisgones, se cuenta que alguna buena vecina frecuentaba el lugar bien tempranito al atardecer encaramada en un taxímetro siempre el mismo, y su esposo no era taxista, era una mujer bella y apetecible, respetable y respetada.- No viene al caso de quien se trataba por supuesto, sólo que era así y la versión vino a mi de un gorrión del barrio, un gorrión no de las alturas sino de las trasegadas calles del barrio.-

                 No todos acudían con su auto, la mayoría lo hacía a pie, ocupando los fríos y duros bancos de piedra, o los de maderas con listones, tipo plaza, más funcionales a los efectos deseados; recordemos que por entonces estaba el parque poblado de guardianes, esos señores que impedían jugar al fútbol y controlaban  otras acciones en caso aquellas que "ofenden la moral", en fin, alguno de ellos podrían haber escrito una página memorable del "amor entre la grama del Chacabuco".-

                     Un amigo de las estadísticas y promedios enunció alguna vez: el barrio consta de cerca de 300 manzanas, fijando una media de una relación tipo "escandalete" por manzana, serían 300 las historias que podrían computarse en un período promedio de dichos "sucesos" en cinco años.- Generoso el amigo con las previsiones retrospectivas.- mc

Nota: los corralones eran multitud en el barrio y en casi toda la ciudad hasta los años 40 y 50.- Pensemos que la tracción a sangre era el medio de locomoción  más numeroso hasta llegar a la década mencionada.- Gran parte de las mercaderías se trasladaban en carros tirados por caballos, unos y otros necesitaban de un lugar de guarda diaria, los carros y los caballitos además también,  sanidad primaria, alimento y lugar apto para descansar de jornadas agotadoras.- El proceso de reemplazo por camiones motorizados llevó su tiempo, esos corralones perduraron y transformáronse algunos en garages de vehículos automotores y/o talleres de los mismo.-mc

            Foto: Asamblea y Miró, frente al parque, donde se observa la calesita de Tatín y la dársena del cruce en construcción.--Foto propia.- mc.-

                      


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