jueves, 30 de enero de 2020

PASAJE FLORIDO DONDE TUVE MI TRABAJO INAUGURAL, AMIGOS, HISTORIAS....

                                       Sólo dos cuadras, de Ag. de Vedia a Picheuta, paralelo y entre Cobo y Somellera.- Asfaltado hace añares, lo transité de tierra y con fétidos zanjones orlados por follajes silvestres que en verano eran refugio de millones de mosquitos, porteños y vecino al fin, por qué no?.-
                                     Allí tuve mi primer trabajo rentado, o sea, me pagaban algunos pesitos, amén de ir aprendiendo un oficio (de aparador de calzados) que nunca aprendí cabalmente; pero es un antecedente importante sobre todo hoy cuando se propone extender la niñez o la inconveniencia  de trabajar a antes de llegar a los 18 años de edad para dedicarlos a "jugar",  cuando se puede ser ya padre o madre a esa edad o mucho antes.- En fin no es el tema en debate, sólo un testimonio personal y ejercicio de la nostalgia de momentos del pasado personal.-
                             En el pasaje vivieron entrañables amigos de aquellos años de fines de los 50 e inicios de los años 60.- Tito, Nicola, Tonino, Pablo, Cipolla, Marimón y tantos que retengo hoy sus caras y no sus nombres.- Miguelito, Colella de apellido, muchacho diríamos hoy "de capacidades diferentes", fanático de Gardel, a quien pretendía emular en su canto; Miguelito luego se radicó con sus padres en el barrio El martillo, en Mar del Plata.-
                                  Fútbol callejero, "expediciones" a los bañados del Bajo Flores, donde hoy se halla la villa 1-11-14 y las experiencias simples de pibes de un barrio de trabajadores fabriles y cuentapropistas, un barrio humilde  y digno, con vidas prometedoras y  prósperas en algunos casos, y siempre íntegras y acreedoras de respeto y consideración.-
                           En la altura del 1300, mano impar, tenía su casa donde vivía con sus padres Rosa y Vicente, un muchachos entonces, llamado Agustín, hincha cuervo, amante de la música clásica y al frente de su taller de aparado de calzados, donde trabajaba él y dos pibitos  recomendados por sus padres para "que aprendan el oficio".- Párrafo aparte para el padre de Agustin, don Vicente, italiano hasta la médula, además de jubilado era el colchonero del barrio, partiendo al alba a "levantar a los vagos" para hacerles el colchón nuevo...tenía en casa una quintita amplia abarrotado de productos frescos, tomates, radichetas, lechuga, zapallitos, etc, sus hijos salían de allí con bolsones de comida "fatto in casa"...don Vicente, acreedor en la vida, dió mas de lo recibido por la sociedad.-
De los dos empleados en el taller uno eras yo, el otro Nicolita, en mi caso iba diariamente de 17.30 a 19.30, al volver del cole doble turno que me retenía casi todo el día; los sábados por la mañana, y al mediodía la satisfacción de recibir un pago que me llenaba de satisfacción y orgullo; en verano casi todo el día meta pegar cortes de cuero, "asentar" cortes ya armados, cortar hilos, barrer y saborear los mates que alcanzaba la madre de Agustín al "personal".- Ahh.... y las entregas del trabajo realizado a una pequeña fábrica de calzados en otro pasaje, el Joaquín Gomez de Somavilla, entre Viel y Doblas.- Duró todo esto año y medio, tenía 10 años que me enriquecieron de autoestima y  algunos manguitos para "gastarlos como quisiera", que no es poco entonces ni tampoco lo sería hoy.-
                      La cuadra tenía la sede del club Caballito Sur, un pequeño garagito con puente para salvar el zanjón, vitrina de trofeos, mesa y algunas sillas, más el delegado del equipo, a quien llamaban "Chino", Conti de apellido, me enteré no hace mucho, un señor de bigotito, cabello lacio y peinado a la gomina siempre; ahh... y muy conversador, dando cátedras a su equipo en el potrero donde hoy se asienta el barrio Juan XXIII, a pocas cuadras del lugar.- Allí, los sábados y domingos acudíamos a jugar en los bordes de las dos canchas existentes y ver los cruces entre los grandes del barrio: Caballito Sur, Los rojos de Cachimayo, Primero de Mayo (del pasaje homónimo y vecino)Miraflores, Espumita ( unos muchachos de Cachimayo y Zañartú, citando una publicidad muy famosa  entonces cuando pregonaba "sube... sube... sube la espumita...) por la marca mas famosa e imaginable.- Mi hermano Luis fue arquero en los dos equipos  mencionados en primer lugar.-
                            El pasaje contaba entonces con una fábrica importante de vulcanización de piezas para automotores, aún en pie, talleres y esencialmente vecinos, que no es poco, algún taller mecánico, tallercitos de calzado y buena gente, que no abunda.-
                           En la esquina con Mom tuvo su primer taller de bicicleteria don Gerardo Fornicoia, luego trasladado a otro pasaje singular de Parque Chacabuco: Caperucita.-
                          Mi primer trabajo rentado, diez años de edad y la experiencia de respetar horarios, trato con materias primas, respetar al "patrón" (Agustin era un personaje algo nervioso a veces, muy tano, a pesar de ser argentino ostentaba un pequeño acento italiano al hablar, muy marcado, típico de haberse criado en hogares bilingües como tantos en el barrio con la pléyade de tanos que fueron mayoría en un momento en la zona; lo vi varias veces luego y trabajó unos años en la Volcan,aún más ,allí conoció a su compañera de vida, nada de calzado, sólo en los pies, ahora era metalúrgico).- Fueron experiencias nada excepcionales, la inmensa mayoría de pibes de entonces trabajaban aprendiendo oficios en un barrio de intensa actividad fabril y talleril.- No fue el único sitio donde intenté "aprender" oficios, vanamente diría en general y sin entrar en detalles.-
                    Familias, pibes, y obviamente pibas en las dos cuadras.- Omitiendo detalles, mi recuerdo se anima ante las figuras de las chicas que monopolizaban miradas y aún resuenan en mi memoria, grata y tiernamente, sin dejar resquicios a otra cosa que no sea el agradecimiento de haber vivido cercanamente al pasaje Clemente Diez de Medina.-mc
                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario